Nos fuimos de viaje con mi familia y unos amigos a Petén. Aprovechamos que teníamos la invitación para ir a varias reservas naturales del área, las cuales no están abiertas al público.
La primer visita fue a la Laguna del Tigre, la cual aún no entiendo el porqué de su nombre, ya que en realidad es un río, el río San Pedro. Ibamos navegando tranquilamente, el río es realmente apacible, de aguas verdes y obscuras. Estaba sentada a la orilla de la lancha viendo la vegetación y escuchaba lo que el guía nos iba diciendo y contando sobre la región. Nos contó de la diversidad de peces que eran protegidos en el río a pesar que hay areas autorizadas de pezca para los lugareños. Llegamos a un muelle y descendimos de la lancha para subir la montaña y llegar a un mirador muy rústico hecho de troncos, sin embargo con una vista preciosa del río, lancheros y algunos humedales. Estando ahi arriba, nos contaron que el río estaba lleno de cocodrilos y que por las noches generalmente salían a la superficie. Me quede admirando y el río me seguia pareciendo extremadamente apacible.
Bajamos del mirador y la siguiente atracción era dar un paseo siempre en lancha, exactamente en el área de los cocodrilos. La verdad es que me emocioné muchisimo, ya que me gusta todo lo extremo y las emociones fuertes. Entonces preparé la cámara, me subí a la lancha, me pusé el sombrero para protegerme del sol y arrancamos. La lancha se iba desplazando lentamente con el fin de no asustar a los cocodrilos y que éstos se escondieran, sin embargo todo fue en vano, no logramos ver un solo cocodrilo.
Seguimos nuestro recorrido y vimos muchas aves exóticas y una flora increible. Le pedí al lanchero nos acercaramos un poco a la orilla, ya que quería bajar y tomar algunas fotos de la vista tan preciosa y del reflejo del cielo y los manglares en el río. Mientras nos acercabamos lentamente a la orilla fui preparando la cámara nuevamente. De repente me di la vuelta y cual fue mi sorpresa al ver a un cocodrilo de tamaño regular sobre unos bejucos en el río posando para el lente de mi cámara. No dude en disparar y al segundo el cocodrilo se hechó al agua y no volvió a salir. La experiencia fue increible y me sentí como en un documental del Discovery Channel.
A continuación les dejo la evidencia para que no quede una sola duda!
La primer visita fue a la Laguna del Tigre, la cual aún no entiendo el porqué de su nombre, ya que en realidad es un río, el río San Pedro. Ibamos navegando tranquilamente, el río es realmente apacible, de aguas verdes y obscuras. Estaba sentada a la orilla de la lancha viendo la vegetación y escuchaba lo que el guía nos iba diciendo y contando sobre la región. Nos contó de la diversidad de peces que eran protegidos en el río a pesar que hay areas autorizadas de pezca para los lugareños. Llegamos a un muelle y descendimos de la lancha para subir la montaña y llegar a un mirador muy rústico hecho de troncos, sin embargo con una vista preciosa del río, lancheros y algunos humedales. Estando ahi arriba, nos contaron que el río estaba lleno de cocodrilos y que por las noches generalmente salían a la superficie. Me quede admirando y el río me seguia pareciendo extremadamente apacible.
Bajamos del mirador y la siguiente atracción era dar un paseo siempre en lancha, exactamente en el área de los cocodrilos. La verdad es que me emocioné muchisimo, ya que me gusta todo lo extremo y las emociones fuertes. Entonces preparé la cámara, me subí a la lancha, me pusé el sombrero para protegerme del sol y arrancamos. La lancha se iba desplazando lentamente con el fin de no asustar a los cocodrilos y que éstos se escondieran, sin embargo todo fue en vano, no logramos ver un solo cocodrilo.
Seguimos nuestro recorrido y vimos muchas aves exóticas y una flora increible. Le pedí al lanchero nos acercaramos un poco a la orilla, ya que quería bajar y tomar algunas fotos de la vista tan preciosa y del reflejo del cielo y los manglares en el río. Mientras nos acercabamos lentamente a la orilla fui preparando la cámara nuevamente. De repente me di la vuelta y cual fue mi sorpresa al ver a un cocodrilo de tamaño regular sobre unos bejucos en el río posando para el lente de mi cámara. No dude en disparar y al segundo el cocodrilo se hechó al agua y no volvió a salir. La experiencia fue increible y me sentí como en un documental del Discovery Channel.
A continuación les dejo la evidencia para que no quede una sola duda!